En 1956, un inmigrante italiano, Giovanni Giacomin, hizo realidad su sueño de traer a Costa Rica un pedazo de la gastronomía de su tierra natal. Con esfuerzo, y en unión a su familia, abrió una pequeña fábrica de productos en el centro de San José, distrito del Carmen, un lugar cálido lleno de dulces, chocolates, queques y mazapán, al que nombró con su ilustre apellido: Giacomin.
“Ese pequeño negocio familiar creció a lo largo de 65 años, hoy con 9 puntos de ventas, ubicados en el Gran Área Metropolitana, y más de 100 colaboradores, que día a día se esfuerzan en mantener la calidad de los productos y la calidez en el servicio, tal y como lo hicieron sus fundadores”, informa Clemencia Palomo, Gerente General de Giacomin.
Han pasado más de seis décadas desde que se inauguró el primer Giacomin, pero los chocolates con leche, el mazapán y los arrollados de mazapán, al igual que las galletas de herraduras con puntas de chocolate, continúan con el sabor de la receta original.
Comenta Palomo, que las galletas de herraduras con puntas de chocolate, continúan comprándose y siendo las preferidas de generación en generación. “Vemos como una nueva generación de niños, llegan con sus padres, a pedir nuestro producto ícono, las galletas de herraduras, porque sus abuelos la consumían, luego sus padres y ahora ellos. Lo mismo pasa con el mazapán, que se produce en variadas formas y colores”, dice la Gerenta General.
Crecimiento continuo
A pesar de la contracción del mercado de los restaurantes y pastelerías, debido a la pandemia por la que todavía se atraviesa, Giacomin ha crecido con cautela, pero a paso firme y en forma sostenible, convirtiéndose en una de las mejores pastelerías y chocolaterías del país.
“Para los próximos cinco años tenemos contemplado una inversión en varios puntos de ventas de aproximadamente $200,000, que van unido a la creación de empleos, especialmente para los jóvenes que sufren de escases de oportunidades laborales”, explica Palomo.
Añade la Gerenta General que la apertura de nuevos Giacomin viene acompañado de nuevos bocadillos, más alternativas de bebidas y queques, así como el reforzamiento de los desayunos y almuerzos, para que “los jóvenes comiencen a forjar sus historias entre cafés, galletitas, emparedados, mazapán y queques”.