Ilha da Costa: pasión honesta por los mariscos

Ilha da Costa significa Isla de la Costa en portugués y es una propuesta realmente fresca y deliciosa del chef tico-brasileño Eric Sáenz Sampaio.

La inspiración de la gastronomía brasileña la heredó de su madre, quien nació en ese país y la pasión por la pesca viene de su padre, quien lo llevaba a pescar desde muy joven y le inculcó esa pasión por los frutos del mar que perdura hasta hoy. 

Ilha de Costa abrió en diciembre del 2020 en el centro comercial Ciudad del Este, en Curridabat.

Aquí se disfrutan platos de inspiración brasileña, tica, mexicana, italiana y japonesa. El centro de todo son, por supuesto, los mariscos frescos. 

Su menú es muy amplio y hay platillos de todas las nacionalidades: aguachile mexicano, moqueca brasileña, robatayaki japonés, ceviche de inspiración peruana y muchas delicias más. Algunas no aparecen en el menú, pero sí en sus redes sociales, por lo que les recomiendo que los sigan y guarden sus platillos favoritos. Al llegar al restaurante, los sabrán complacer con el que más se les antojó.

La invitación del chef Sáenz Sampaio me emocionó muchísimo, pues soy muy amante de los mariscos y uno de mis quests favoritos es encontrar el mejor pulpo a las brasas, un platillo especialidad de la casa en Ilha da Costa. 

Iniciamos la velada con unas caciquinhas, la interpretación de una caipirinha a la tica, con guaro de caña Cacique, maracuyá y frutos rojos. Una delicia que podría tomar y tomar. 

Para proba un poco de todo, nos trajeron varias entradas para abrir el paladar: una de mis favoritas fue esta entrada de atún sellado en cama de aguacate con ensalada de wakame. ¡El mejor atún que me he comido EN MI VIDA! Con eso lo digo todo.

También probé el aguacate empanizado al panko, servido  con camarones y pulpo en mayonesa de culantro. Cremosos y crujientes. Una fusión de texturas impresionante. 

Otra de sus entradas especiales son las ostras. Las que sirven en Ilha da Costa son cultivadas por un emprendimiento de mujeres en Costa De Pájaros y cosechadas de manera artesanal. Las sirven como entrante con cebollas encurtidas y un toque de limón. Fresquísimas y deliciosas.

La estrella de la noche sin duda fue la robata de mariscos: una pequeña parrilla al carbón que se sirve tal cual en la mesa con camarones jumbo, pulpo, cola de langosta y calamares enteros. 

Cada uno cocido a la perfección. Una experiencia gastronómica que todos deberían tener alguna vez. Los calamares y el pulpo se cocinan a la parrilla en cocina y los camarones son a la mantequilla así como la langosta. 

Este platillo icónico está inspirado en la comida callejera japonesa Robatayaki: pequeñas parrillas al carbón donde en las calles se cocinan pinchos y son muy populares en mercados gastronómicos o como acompañamiento en eventos deportivos o conciertos. 

También probamos el Aperol Spritz y en este restaurante preparan de forma sublime. 

No podía faltar un dulce cierre: un pie de pecanas PERFECTO, acompañado de helado de vainilla.

Sin duda, fue una velada para no olvidar y para repetir. Tanto es así, que dos días después regresé con mi burbuja a probar más delicias. 

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